RECUPERANDO LA ESENCIA DE SÁNEZ DE OIZA
Oiza concebía las viviendas del edificio como chalets en altura con jardín. La vivienda se organiza en forma de ‘L’, y todas las estancias se abrían hacia una terraza exterior continua. La idea de recuperar las terrazas originales es clave en el proyecto, ya que se restablece esa relación interior-exterior que se había perdido, proponiendo un nuevo jardín en las terrazas.
En cuanto a la distribución interior, la vivienda original estaba organizada en tres zonas diferenciadas: dormitorios familiares, zona de día y zona de servicio. Debido al cambio generacional, se ha eliminado la zona de servicio, integrándola con la zona de día, lo que ha permitido generar espacios más amplios y dinámicos.
Además de recuperar en lo posible la distribución, también se han respetado los materiales primigenios. Desde el principio quisimos conservar el mayor número posible de elementos originales, a pesar del mal estado de algunos y la ausencia de otros debido a las diferentes reformas previas. Recuperamos y limpiamos uno a uno los azulejos amarillos existentes de la cocina y los baños, colocándolos nuevamente en los mismos lugares de manera estratégica. Las ventanas exteriores se realizaron en madera natural, tal como en el proyecto de Oiza.
Tras todas estas intervenciones, el proyecto ha logrado el objetivo que movía al equipo: conservar la singular arquitectura del piso, vestirlo con la personalidad de sus habitantes y, además, dotarlo de la mayor eficiencia. La atmósfera de esta casa es un cálido abrazo de historia y modernidad, donde cada espacio invita a disfrutar de la vida en un entorno sostenible y acogedor. Es un lugar donde se puede sentir la armonía entre lo antiguo y lo nuevo.
RECUPERANDO LA ESENCIA DE SÁNEZ DE OIZA
Oiza concebía las viviendas del edificio como chalets en altura con jardín. La vivienda se organiza en forma de ‘L’, y todas las estancias se abrían hacia una terraza exterior continua. La idea de recuperar las terrazas originales es clave en el proyecto, ya que se restablece esa relación interior-exterior que se había perdido, proponiendo un nuevo jardín en las terrazas.
En cuanto a la distribución interior, la vivienda original estaba organizada en tres zonas diferenciadas: dormitorios familiares, zona de día y zona de servicio. Debido al cambio generacional, se ha eliminado la zona de servicio, integrándola con la zona de día, lo que ha permitido generar espacios más amplios y dinámicos.
Además de recuperar en lo posible la distribución, también se han respetado los materiales primigenios. Desde el principio quisimos conservar el mayor número posible de elementos originales, a pesar del mal estado de algunos y la ausencia de otros debido a las diferentes reformas previas. Recuperamos y limpiamos uno a uno los azulejos amarillos existentes de la cocina y los baños, colocándolos nuevamente en los mismos lugares de manera estratégica. Las ventanas exteriores se realizaron en madera natural, tal como en el proyecto de Oiza.
Tras todas estas intervenciones, el proyecto ha logrado el objetivo que movía al equipo: conservar la singular arquitectura del piso, vestirlo con la personalidad de sus habitantes y, además, dotarlo de la mayor eficiencia. La atmósfera de esta casa es un cálido abrazo de historia y modernidad, donde cada espacio invita a disfrutar de la vida en un entorno sostenible y acogedor. Es un lugar donde se puede sentir la armonía entre lo antiguo y lo nuevo.
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